Pepe Maestro, autor y narrador oral, desde 2007 viene al Plan de Fomento de Lectura a compartir sus novelas con niños y adultos. Alfonsina, la vaca pedagógica; Una pluma de cuervo blanco, donde un niño viaja con su abuelo a lugares extraordinarios o El circo de Baltasar, lleno de sueños y de ilusiones, son las obras seleccionadas y muy bien acogidas por los lectores.
Como él mismo nos cuenta, sus encuentros son juegos constantes, en los que los muchachos entran a jugar con él. Con adultos, también consigue emocionar con historias humorísticas así como con sus reflexiones sobre la lectura y la literatura.
Escribir un libro es un acto de soledad que se prolonga en el tiempo.
Es pasarse muchas horas conviviendo con personajes que solamente se muestran en el interior de uno mismo. Cuando uno, por fin, termina, la sensación de publicar es como lanzar el mensaje dentro de una botella. Se ignora quién lo va a recibir. Pero durante ese tiempo se conserva algo fundamental (si no, no se escribe): la esperanza.
Los encuentros son la oportunidad de abrazar unos rostros en mitad del océano que te rescatan de la isla y te llevan de nuevo a puerto.
El mensaje en la botella debe ser más importante que la persona que lo escribe, pero una vez que se rescata al náufrago, éste, agradece el interés por saber cómo sobrevivió en aquellas circunstancias. Y también, por parte del náufrago, es fundamental conocer las razones por las que aquellas personas dedican su tiempo a surcar los mares (algo casi inevitable para que exista la posibilidad de ser rescatado)
El porqué regresamos una y otra vez a la isla es algo para lo que no tengo respuesta. Quizás, por renovar el placer de ser encontrado.
En el caso de los encuentros con niños, existe una gran dosis de diversión por mi parte. Procuro que el encuentro sea una pequeña celebración y me gusta contar historias, repetir anécdotas, jugar con las palabras y preguntas que te formulan. Si encima, les ha gustado el libro…
